sábado, 7 de diciembre de 2013

MANDELA... EL RÍO QUE NOS LLEVA


No voy a decir nada nuevo si comento que este mundo, a veces, puede ser injusto y cruel. Por culpa de esto, tienen razón de ser los héroes, los mártires y los santos. Como dijo alguien, creo que la discusión dialéctica no es necesariamente mala, de hecho puede ser constructiva siempre y cuando se esgriman las opiniones desde el respeto a las ideas de cada uno, pues en tales discusiones se escucha la voz de todos y no se excluye a nadie…
 Pero por desgracia la historia está hecha por personas que utilizaron algo más que palabras… y la historia puede pesar mucho… tanto que todavía nos quedan eslabones de la cadena de esa injusticia que nos sigue uniendo a un pasado que, aunque ya no amenaza con volver, por momentos aparece para recordarnos que existió… Por suerte, en las personas está la liberación… siempre hay quien, que como Mandela, nace para ser ese héroe, ese mártir… ese santo… Ese río que nos lleva, que escribió el gran José Luis Sampedro, no deja de correr hacia el mar… y en ese río viajamos todos. Aquí quedan las obras de los que han hecho el mundo más justo. Muchos piensan que la clave está en la tolerancia; así lo creía yo mismo hasta que escuché como Sampedro explicaba que nos vanagloriamos de ser tolerantes, sin caer en la cuenta de que la persona que tolera a otra está situándose, sin querer, en una posición superior a la persona que es tolerada… como sinónimo de respeto sí, como creerte en el privilegio de ser tú quién acepta a los demás… Y Mandela jugó en ese campo… en el de no tener que dar explicaciones de quién era…

Ya lo decía en su poema:
 “…Soy el dueño de mi destino… soy el capitán de mi alma…”

Han de pasar siglos para ser un santo, morir a manos de tu enemigo para ser un mártir, morir joven para mitificarte… y dejar que el tiempo te convierta en leyenda… Mandela es Mandela porque es esa clase de héroe que en vida fue todo eso… Gracias a él, los que se quedan, dejarán las cadenas en el olvido, porque como Mandela, son los dueños de su destino… son los capitanes de sus almas.

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