Hace unos años participé en un concurso de relatos breves que organizaba una ONG llamada Emaús.
Tuve la suerte de que eligieran algunas de mis historias para confeccionar un librito.
Hoy quiero compartir con todos la que el jurado seleccionó como finalista.
UNA VENTANA EN EL HORIZONTE
Me dijeron que desde mi habitación no se veía el horizonte, y no
me mintieron.
En el techo había una mancha de humedad, y tumbado en mi
cama fantaseaba pensando en que aquello era un mar que se
desbordaba en la otra orilla del horizonte, y sentía sus olas en
cada amanecer, sentía la arena durmiendose entre los pliegues
de mis paredes, necesitaba creer que el cielo seguía
rompiéndose con suavidad en algún lugar de nuestra tierra...
Pero no, desde mi habitación no se veía el horizonte, y cuando
los sueños no eran más que sueños y hasta el aire era oscuro,
pinté en un lienzo blanco mi corazón, y dentro pinté mi mundo,
derramé lágrimas sobre los ríos, y de mi esperanza planté mil
árboles, dibujé rostros que se miraban y en sus labios
sonrientes, con pinceles de colores, pinté bailando al arco iris;
pinté caminos que volaban entre los besos de la luna y el sol, y
en lo alto de la montaña más alta me senté desnudo; era el
crepúsculo y sobre mis cabellos el alba, saqué la ilusión que
guardaba en uno de los bolsillos de mi piel, y escribí una poesía
sobre la nieve... y miré la eternidad.
Aquel día, en aquella habitación sin ventanas, abrí una en el
horizonte.
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