Recuerdo la primera vez que vi la película "Androcles y el León", tendría unos diez años, y entonces ni tan siquiera sabía que estaba basada en una obra de principios de siglo, del gran dramaturgo George Bernard Shaw, que recogía una famosa leyenda antigua del inicio del cristianismo en Roma ( que Esopo ya había convertido en fábula)... Lo único que sabía entonces es que nunca me había reído tanto como cuando Androcles se puso a bailar con el león en la arena del circo... cosas de niños.
Años después me encontré en un colegio diversas obras de teatro adaptadas para niños y entre ellas estaba "Androcles y el León". Para entoces ya conocía la obra de Shaw (en particular "Pigmalion" que fue adaptada en 1938 al cine, por la que él mismo ganó el Oscar al mejor guión, y en musical en 1964 en "My fair lady"... pero eso es otra historia...) y para mí fue un momento nostálgico cuando ensayaba con mis alumnos la obra y se recreaba el momento del famoso baile de Androcles con el león... momento nostálgico, porque creo que jamás se vuelve a reír con la misma inocencia con la que se ríe de niño... hace poco volví a ver la película y aunque el momento mágico aún estaba ahí, esta vez, mi risa espontánea acabó por convertirse en una lágrima perdida que acabó mojando la arena de esa improvisada pista de baile...
Ahora, escribiendo estas letras, me doy cuenta que lo que tengo que hacer es dejar de tener miedo al tiempo, que aunque pueda parecer más fiero que un león , nos es más que la vida que va pasando, y mientras pasa, vives... y hay que reír, reír y reír... porque aunque tu aspecto no sea el de un niño, aún puedes sentir como uno, y con tus mejores zapatos, o descalzo, que más da, con una sonrisa en los labios y otra en la mirada, te pones a bailar con un león... o con mil....
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